Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.
Estoy dispuesto a reconocer mis problemas, reconoceré que no tengo ninguno. Mi problema central se ha resuelto y no tengo ningún otro. Por lo tanto, debo sentirme en paz. La salvación depende de que reconozca que ése es el único problema y de que entienda que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se me ha liberado de todo conflicto. Aceptare este hecho y estaré listo para ocupar el puesto que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.
¡Mi único problema ya se ha resuelto!. Repite esto hoy para mis adentros una y otra vez a lo largo del día:
- Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto.
Éxito.
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