Mi función y mi felicidad son una.
El ego está batallando constantemente con el Espíritu Santo en torno a la cuestión fundamental de cuál es mi función. También batalla con Él constantemente con respecto a qué es mi felicidad. No es ésta una batalla que tenga dos contendientes. El ego ataca y el Espíritu Santo no responde. Él sabe cuál es mi función. Él sabe que es mi felicidad.
Iniciaré cada sesión:
- Dios me da únicamente felicidad.
- Él me ha dado mi función.
- Por lo tanto, mi función tiene que ser la felicidad.
- Mi función y mi felicidad son una porque Dios me dio las dos.
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