No hay nada que temer.
La idea de hoy afirma simplemente un hecho. La presencia del miedo es señal inequívoca de que estoy confiando en mi propia fortaleza. La conciencia de que no hay nada que temer indica que en algún lugar de mi mente, aunque no necesariamente un lugar que pueda yo reconocer. He recordado a Dios y he dejado que Su fortaleza ocupe el lugar de mi debilidad. En el instante en que esté dispuesto a actuar así, ciertamente no habrá nada que temer.
Hay que repetir esta frase la mayor parte del tiempo sobre todo cuando algo no comprendemos y nos alteramos. "No hay nada que temer"
Éxito.
Lección 48
Etiquetas: No hay nada que temer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario